sábado, 23 de mayo de 2009

Querido César


Le escribo desde acá a César Actis Brú en lugar de hacerlo en privado porque quien se guarda un elogio se apropia de un bien ajeno, es un ladrón.
Carta a un amigo y a los amigos que andan sueltos por allí.


Escribe Juan Carlos Sánchez

Por tu e-mail (que copio al final) entiendo que si andás con rayos seguro que no tenés un simple resfrío y rueda de bici tampoco sos, así que habrá que intensificar la oración todos, todos, para que finalmente Tata Dios haga lo que quiera que para eso es Dios. Lo único bueno es que Su Voluntad siempre, siempre, será para vos y todos nosotros mucho más buena que la nuestra.

Son raras estas cosas de la fe. Bergoglio despedía a Novak diciéndole ante el cajón “Te envidio hermano, llegaste donde yo voy…” cuántas lecturas se pueden hacer de esa frase.
La primera, que le habla a un vivo ante su cadáver. También que reconoce la continuidad de una relación personal, comunión…
Y que el Cardenal, sin negar que lo extrañará un tiempo hasta verse de nuevo, guarda la esperanza de la salvación propia y de la de Novak.
Pero por sobre todo la trascendencia explicada con sencillas palabras a un amigo.

Cuando se murió Vicente (Grases Millet, Pbro) a quien cuidamos hasta el final, lo despedí con un simple “hasta vernos, compadre”. Lo cuento por allí en un relato. Todavía pese a los años que pasaron lo extraño los domingos en la mesa de familia, como a mis queridos para siempre y que vos conociste pero… Pasan los años y cada vez estoy más contento y es porque falta menos tiempo para reencontrarnos ¡si Dios ejercita su Misericordia a fondo conmigo! y no me duelen los que se queden por dos razones, una porque ellos se librarán de mi que ya es mucho y dos, porque los estaré esperando en la eternidad y como allí no hay tiempo tampoco habrá morriña. Además allá no hay elecciones y los K no gobernarán.

En un e-mail que te envié cuando avisaste que iniciabas el tratamiento de rayos y con ese humor de estiércol que tengo te dije “¡Viva el cáncer!”
Pero te lo expliqué y vale que lo repita.
Parece que el bichito está asociado a la santidad, fijate en el P. Alberto Hurtado,sj el santazo chileno. Pasaba delante del crucifijo arrastrando sus males que eran muchos, persecuciones, desánimos, presiones de todo tipo y finalmente cáncer de pulmón y le decía a Jesús “Contento Señor, contento…”
Cuando le diagnosticaron el mal que lo mataría se mostró alegre. Se acercaba rapidito el momento de su encuentro con el Señor. Llegaba hacia donde caminaba.

El Padre Vicente oraba insistentemente pidiendo que su muerte no sea súbita sino que el Señor le de tiempo para prepararse. Y vaya si se lo dio, algunos pocos meses pero suficientes. Cáncer en el pácreas.
Vos fuiste el instrumento para que él con su hermano también cura y yo compartiéramos la Eucaristía diaria en su cuarto de enfermo en el Hogar San Vicente de Paúl, orquestaste todo para que celebrara. Ya al final del camino me decía “le pido al Señor que o me cure de una buena vez o me lleve con Él, pero que se decida”. Cosas de catalán, ¿no? Que haga su voluntad pero que la haga… ¿Me explico?

Un cura de Traslasierra, Manuel Ignacio Pereira, reemplazó a mi tío el P. Jesús Sánchez cuando este murió en la puerta de la casa parroquial de San Juan Bautista en Nono. Luego fue trasladado a la Pquia. de Mina Clavero y allí murió hace un par de años más o menos. Cáncer. Un tipo excepcional, predicaba a los lugareños y a los turistas siempre a templo lleno, recitaba el Evangelio Criollo del P. Anzi, sj de memoria y lo suyo era fresco como la brisa que Elías sitió al paso del Señor.
Con los frascos colgados y caños por todos lados daba catequesis a los adultos en su casa particular. Allí estuvimos con el P. Ricardo Mazza. Su preocupación no era la enfermedad sino servir hasta el último momento, cumplir, porque… “…después Él cumple…” decía.

Edgar Gabriel Stoffel es otro ejemplo de búsqueda eficiente de la santidad.
Una Gracia para la Iglesia santafesina dijo Samy Jofre, cura. Lo conté en mi recuerdo final del gordo.
Se ocupó hasta el último momento de todo, su parroquia, sus libros (para que fueran a las manos adecuadas), sus escritos y su Mamá. Antes de descomponerse para no recuperarse estuvo trabajando en su último libro sobre la Virgen de Guadalupe, su gran amor.
Siempre fue generoso hasta el extremo, sencillo, pobre de espíritu y de bolsillo pese a los amigos poderosos que tuvo, políticos, empresarios, gremialistas. Y fue fiel siempre. A sus pobres, a sus hermanos en el sacerdocio, a sus obispos.
Le dolió mucho el episodio del Padre Guntern que fue lo que resolvió su vida pues y según dicen algunos médicos, por el stress que baja las defensas del organismo le abrís la puerta a muchas enfermedades, al cáncer entre ellas.
No “apretó” a Guntern y sin embargo nunca quiso que se publicara material que podía librarlo del procesamiento que le dieron por la cabeza solamente por no dañarlo al “viejo”. Cuando vivía porque vivía y cuando muerto porque muerto. Que era inocente lo dice hasta en su testamento y en esos documentos finales nadie con Fe se atreve a mentir. Guntern mismo lo dijo y se lo demostró de mil maneras. Pero eso es otra historia.

Una persona amada por mi que vos no conociste, Da. María Elma Martínez de Sánchez, cordobesa de traslasierra, nacida en Panaholma y fallecida en Mina Clavero, viuda de Justo pastor Sánchez, hermano de papá, se moría de cáncer y cuando le dije de llevarla a Córdoba casi me pega con la escoba de pichana.
“Gloria quiero, no salud…” ¡Qué vieja…!
Contaba que tenía “al lomo” cinco ejercicios espirituales del Cura Brochero y de esos en serio, con azotes y todo. Me recordaba siempre lo de Pablo: “La ciencia hincha, sólo el amor dignifica…” Apenas si sabía firmar.

O sea mi amigo, que no estamos hablando de muerte sino de vida. Caigo, al final de la cuenta, que a ojos de cualquiera estoy siendo necrófilo. Pero ante quienes tienen Fe no.
Aclaremos para los que no creen lo suficiente y que por eso desesperan: No te estoy anunciando la muerte porque sería una pavada, que te vas a morir, eso seguro; vos, yo y todos. Lo sabemos. Lo que estoy diciendo es que las pruebas son una muestra de amor de Dios, que Él templa a quienes ama, que los siembra para que los demás crean, por eso hay que aprovechar la volada y dar testimonio y vos lo estas dando cuando anuncias tu regreso al claustro universitario donde “con dificultades intentaré agradecerle al Señor retomando el servicio”. Me edificas, amigo; edificas a nuestra Iglesia. Que lo escuchen los sordos que los santos no somos mudos.
(Uso la palabra “santos” recordando nuevamente a Pablo y a sus cartas a las iglesias, a los “santos” de las iglesias.)

Por eso te deseo que aceptes la voluntad del Padre y se que estás firme para hacerlo. Te necesitamos acá y allá.

Que la salud que es el Amor del Padre te glorifique en tu testimonio y que vivas todo lo necesario para darlo.

Gracias por tus bendiciones, que Tatita te siga bendiciendo.

Un apretado abrazo:

JC

PD:
Casi lo omito por olvido. Cuando murió Evita pintaron en las paredes ¡Viva el cáncer! ¿Viste que tenían razón los gorilas? Porque aunque le cargues a lomo a Evita todos los pecados posibles, que amaba nadie lo puede negar.


El e-mail de César

Queridos míos

Cumplo en hacerles saber que dentro de su gravedad mi salud parece haberse estabilizado con las oraciones de todos (incluidas especialmente las de Uds.), el trabajo de los médicos, los cuidados de Sussy que es mi ángel de la guarda, el amor de mis hijos y nietos y la desinteresada colaboración profesional como enfermero de Manuel Alejandro Peralta.

El 13 de Mayo (providencialmente) comencé con las 25 aplicaciones de rayos diariamente (menos sábados y domingos). Si el Señor permite, la semana próxima retomaré mis clases en la UCSF. De esa manera dejaré de estar pendiente de mi situación y con dificultades intentaré agradecerle al Señor retomando el "servicio".

César

PD:
Alegremente ofrezco mis dolores por mis metidas de pata y por las
necesidades de los otros.¡Gracias, por la caridad de las respuestas que he recibido!
Que el Señor los bendiga mucho a todos y cada uno de Uds.

César


Nota:
César es Diácono Permanente o sea, un consagrado, no llega a cura por Susy, su esposa. Es escritor, poeta, ensayista, profesor universitario y mi amigo desde la infancia, del Convento Santo Domingo de Santa Fe, desde donde él salió hacia la santidad y Susy y yo a divertirme con las mujeres.
En un cuento que publico en este blog doy las coordenadas hacia donde salimos cada uno de nosotros.
Y como ocurre y por Gracia, siempre nos reencontramos.
Prologó mi “opera prima”, “El Abbá, la Morada y el Acacio” editado en 1999

E-mail del autor zschez@yahoo.com.ar
23 Mayo 09